jueves, 18 de abril de 2013

Gestión de la generosidad en el voluntariado

Hemos equiparado al voluntariado con empleados públicos, empleados en el BIEN COMÚN, a tiempo parcial. Preconizamos que se les pague con la misma moneda que a los empleados públicos, con el SOBERANO BIEN COMÚN, de manera que se haga visible ese valor añadido en la contabilidad de la economía y especialmente en los PGE.

Tenemos que encontrar el modo de gestionar su generosidad, la generosidad desinteresada de los voluntarios.

Esto se puede hacer vía impuestos.

Hay una diferencia fundamental con la manera actual de gestionar la generosidad. Actualmente, cada voluntario liquida su generosidad con la institución benéfica a la que sirve. Renuncia a cobrar nada. Con lo cual se paga un precio enorme, el valor añadido del voluntario desparece y se hace invisible.

Lo que habría que hacer es que la institución benéfica paga al voluntario, probablemente con las subvenciones que recibe del estado. La cuenta de resultados de esa institución reflejara de ese modo ese valor añadido que aportan los voluntarios a los servicios que ofrece. Se podrá calcular cuánto valen de verdad.

La generosidad del voluntario se refleja como una generosidad a TODA la sociedad, no a esa institución en concreto, en forma de pago de impuestos.

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Naturalmente que esta generosidad se podría regular: se podría establecer que los impuestos, el IRPF del sueldo cobrado como voluntario, para una persona que además tiene empleo fijo sea por ejemplo del 80%. Opcionalmente esa persona puede convenir generosidades más altas de hasta el 100%. Una persona desempleada, a la que le hace falta el dinero, podría tener un IRPF menor, de un 40% por ejemplo.

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