lunes, 25 de marzo de 2013

La Gran Transición

Diversos colectivos de economistas y movimientos de nueva economía están confluyendo hacia una serie de principios comunes como alternativa al próximo colapso del mundo que conocemos.

Estas son las principales propuestas que están adquiriendo repercusión internacional. A ellas se suman una miríada de colectivos y propuestas de ámbito más nacional o local.

Todas ellas van convergiendo hacia ideas que intentamos resumir a continuación.

  • En la Gran Revalorización, se defiende que el objetivo central de las decisiones políticas debe ser la creación de valor social y ambiental. Esto debe ser cierto tanto para la toma de decisiones privadas, como para la toma de decisiones públicas, con precios de mercado que reflejen los costes y beneficios sociales y ambientales reales. Tenemos que hacer las cosas "buenas" baratas y las cosas "malas" caras - con demasiada frecuencia esto es lo contrario de lo que tenemos hoy. Mientras el logro de buenos resultados sea independiente del negocio real de los negocios, no vamos a ver que se alcancen estos resultados. Del mismo modo, la política pública no puede aspirar a crear los mejores resultados sociales y ambientales posibles a menos que esto esté en el centro de la formulación de las políticas. En ambos casos, la creación de valor real nos obliga a medir con precisión estos resultados e integrar estas medidas en el núcleo de la toma de decisiones públicas y privadas. Este es un primer paso vital, del que dependen muchas otras cosas.
  • En la Gran Redistribución, se propone una redistribución de los ingresos y la riqueza que crearía valor al trasladarse recursos de los que no los necesitan hacia quienes los necesitan. Se trata de poner en valor el beneficio económico y social de la equidad. Proponemos la creación de Dotaciones a los Ciudadanos de hasta 25.000 € para todas las personas al llegar a la edad de 21 años, para que puedan invertir en su futuro con empresas o cooperativas emprendedoras, así como Dotaciones Comunitarias para proporcionar bienes de propiedad común que se puedan invertir en nuestras comunidades locales. Ambos serían financiados por un aumento en el impuesto a las herencias al 67%. Además de los factores materiales, sin embargo, también necesitamos redistribuir el tiempo. Al compartir las horas de trabajo y las tareas de manera más equitativa, todo el mundo sería capaz de realizar un trabajo con más significado, y acortando la semana laboral a cuatro días que podría crear un mejor equilibrio entre el trabajo remunerado y la "economía nuclear" vital de la familia, los amigos y la vida comunitaria. Un salario básico ciudadano pagaría esos trabajos en el núcleo familiar y además se deberían pagar las horas de voluntariado en trabajos en los bienes comunes. Proponemos también una redistribución de la propiedad para crear una forma de "democracia económica", donde las acciones de las compañías se transferirán gradualmente a los empleados en un resurgimiento de las formas de propiedad sociales y de cooperación. Las sociedades más iguales son sociedades más felices, más eficientes y más creativas. Al centrarse en la equidad cosechamos beneficios tanto sociales como económicos, ya que nos ahorramos pagar un precio tan alto para los males sociales asociados con altos niveles de desigualdad.
  • En el Gran Reequilibrio proponemos un rol positivo para el funcionamiento de los mercados, pero sólo una vez que los mercados se hayan establecido de tal manera que los precios reflejen los verdaderos costos y beneficios sociales y ambientales, y cuando los mercados operen dentro de los límites definidos científicamente. El precio de los productos debe incluir de forma sistemática en los costes los costes de ciclo de vida según análisis científico realizado por expertos independientes. Más allá, todos los hitos importantes de la economía se evaluaran en torno a una matriz del bien común elaborada por consenso político. También se sostiene que la esfera del mercado tiene que estar más firmemente vinculada y reequilibrada con la esfera pública y la "economía nuclear" - nuestra capacidad de cuidar, enseñar, aprender, empatizar, protestar y a las redes sociales que crean estas capacidades. Al exponer las funciones esenciales del Estado, se vuelve a ver un rol positivo - el Estado debe ser visto como "nosotros" y no como "ellos", y como un ámbito en el que nos unimos para lograr las cosas que se hacen mejor colectivamente. Argumentando a favor de una definición más amplia de "bienes públicos", "los comunes" a través de una Carta de los Comunes parte integrante de la Constitución, y por la importancia de mantener niveles bajos de desigualdad, se aboga por un estado facilitador, que apoya a los ciudadanos, pero que también trabaja con ellos para "coproducir" bienestar en áreas como la salud y la educación. Este papel facilitador requiere un equilibrio justo entre la provisión directa como servicios del estado, la co-producción, y la promoción de fuertes relaciones locales donde la gente se anima a unirse para alcanzar sus objetivos comunes y dar forma a sus propios resultados a través de diversas formas e instituciones de cooperación y voluntariado.
  • En la Gran Localización se argumenta a favor de un concepto más amplio de "subsidiariedad" - la idea de que las decisiones se tomen mejor a la escala lo más local posible. Esto está consagrado en el principio, aunque no siempre en la práctica, con respecto a la participación política y la toma de decisiones, un principio que hay que hacer más genuinamente participativo y democrático, pero también con más significación. Con esto queremos indicar que hay que mover verdaderamente el poder del centro a los organismos descentralizados democráticas y que hay que dar a las personas locales una voz real en cómo se ejerce el poder. El principio de subsidiariedad debe aplicarse también al sector privado. La redefinición de la "eficiencia" más allá de su estrecho enfoque económico, exige una visión más completa, donde el impacto sobre el tejido social de las ciudades, pueblos y áreas rurales sea importante al considerar cuestiones tales como la producción de bienes y servicios. Explorando la cuestión de qué cosas es mejor producirlas local, regional, nacional e internacionalmente, sugerimos algunos criterios que pueden ayudar en este juicio y se defiende una mayor autosuficiencia local en algunas áreas, combinado con un comercio regional, nacional y comercio internacional en otras. Es evidente que "grande" no siempre es "mejor", aunque tampoco necesariamente lo es "pequeño". Lo que necesitamos es la escala adecuada y, sobre todo, un medio libre de decidir lo que esta debe ser. El éxito económico del gobierno no se mide por el Producto Interior Bruto, sino por índices que reflejen el bienestar social.
  • El Gran Reciclaje Formativo continúa esta línea de pensamiento, partiendo de la posición de que una mayor producción local nos obliga a volver a aprender muchas habilidades que han sido olvidadas en nuestra hiper especialización y delegación a la producción mundial. De la agricultura a la manufactura a la disposición de las finanzas locales, volver a la escala adecuada, significa dotarnos de los medios necesarios para hacerlo. Convirtiéndonos en menos pasivos en términos de consumo y producción de productos generados por o para la economía localizada comenzaríamos a recuperar nuestra autonomía, que se extendería a la cultura y las artes, donde se produciría el comienzo de un renacimiento potenciando la vida. Esto no es sólo el caso de la economía y de las artes, la toma local de decisiones basada en la participación activa será más efectiva cuando la gente está bien informada sobre lo que hace funcionar su economía local y lo que hace que los servicios públicos sean capaces de lograr los mejores resultados. El logro del consenso requiere la más completa comprensión de estas cuestiones como sea posible.
  • En la Gran Irrigación Económica las finanzas deberían facilitar muchos de los cambios propuestos. El dinero debe ser despolitizado, y ha llegado el momento de llevar a cabo la separación del dinero y el estado. Los compradores y los vendedores deberían ser libres para usar cualquier medio de pago que les sea mutuamente conveniente, incluyendo la emisión y la aceptación de sus propias monedas. El dinero debe expresar sobre todo el compromiso, la palabra, de los productores de entregar al mercado los productos prometidos. Para las finanzas públicas, diferenciamos entre el impuesto y el gasto y entre los niveles nacional y local. Hay que elaborar criterios para lo que hay que usar el dinero, y esto debería plantearse en estos dos niveles. Se abogan por un cambio en los impuestos, en vez de gravar "bienes" tales como el trabajo, hay que gravar "males", tales como la contaminación, el consumo y la especulación a corto plazo. Abogamos por nuevos impuestos al consumo variables, en sustitución de impuesto sobre la renta para la mayoría de la población, que reflejen los costos sociales y ambientales de los bienes a través del análisis de los costes del ciclo de vida. Para la financiación privada de nuevo se distingue entre nacionales y locales, con el argumento de que los proyectos a gran escala, como la construcción de una infraestructura para una energía verde y la infraestructura de transporte deben financiarse a través de impuestos a nivel nacional sobre daños al medio ambiente o la posesión de la tierra, y la creación de dinero público en su caso. Esto se canalizaría a través de "Bancos de Inversión Verde” públicos. Para el crédito privado se sugiere vincular la capacidad de los bancos para canalizar el ahorro con la capacidad de los prestatarios para construir valor social y ambiental, y la reducción de las burbujas de crédito dañinas mediante la prohibición a los bancos de crear dinero de la nada basado en la deuda. Para sacarnos de la trampa de la deuda que ahora se enfrentan, en lugar de recortar los servicios públicos se proponen nuevos “Banco Públicos de la Vivienda”, ofreciendo a la gente la oportunidad de transferir una parte de su deuda hipotecaria en forma de capital, y el pago de alquiler social como compensación. A nivel local, se argumenta a favor de una reestructuración de la "ecología de las finanzas" locales de las instituciones privadas, públicas y de las cooperativas diseñada para satisfacer las necesidades locales. En el ámbito público local, de nuevo se sugiere que se utilice el sistema fiscal para fomentar los "bienes" sociales y se desalienten los "males" desalentar y que las prioridades deben reflejar las prioridades locales, democráticamente determinadas.
  • La Gran Interdependencia sitúa firmemente las propuestas en un contexto internacional. El supuesto es que hay un determinado "acuerdo" mundial que aborda las desigualdades globales, tanto desde el desarrollo como desde la perspectiva ambiental. En concreto, se supone que la tasa esencial mundial sobre las emisiones de carbono para evitar un cambio climático irreversible se ha logrado y que la participación de cada país en este presupuesto total de carbono es apoyado ampliamente por la población. Todos los países desarrollados, como parte de lo mismo "acuerdo global", esta financiación total se suma a la cifra necesaria para que los países en desarrollo puedan erradicar la pobreza y financiar su propia transición hacia el desarrollo sostenible. La reducción de las importaciones totales y la remodelación de la composición de estas importaciones, obviamente tendría un impacto en las estrategias de desarrollo nacionales, pero este proceso ya está en marcha, hasta cierto punto. La actual crisis mundial ha hecho que muchos países en desarrollo cuestionen la creencia en el crecimiento de las exportaciones hacia las economías desarrolladas como el modelo de desarrollo. Si bien no estamos de ninguna manera sugiriendo que las exportaciones deben cesar, sin duda se reducirían si se midiera el impacto medioambiental del transporte de mercancías en todo el mundo y se contabilizara en los precios. Un reequilibrio del desarrollo interno y externo enfocado es deseable por muchas razones, y veríamos una producción más local y más comercio regional convertido en la norma.

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